El día de la despedida había llegado. El pequeño ángel no estaba convencido de partir. ¿Porqué dejar un mundo tan lindo como aquél? Entonces llegó Aquel y lo encaminó a la Gran Puerta. El Señor le comentó que todo sería diferente, y algunas cosas, no serían como en el cielo.
― ¿Por qué me quieres mandar a un lugar así?
El Señor lo calmó, diciéndole con voz firme y segura:
― Porque ahí tendrás ahora dos guardianes en mi Nombre. Ellos te cuidaran, velarán por ti en todo momento. Te enseñarán todo lo que tengas que aprender, estarán contigo siempre, ya sea en presencia o en espíritu. Serán tus guías y mentores. Ellos te darán el primer regalo del mundo terrenal. El amor incondicional e infinito.
― ¿Y como los llamaré? ― preguntó el ángel aún no convencido.
― Tú los conocerás como mamá y papá. ― El ángel asintió y el Señor continuó con las indicaciones que le había dado a cada pequeño ángel que había partido ― También tendrás iguales. Son otros ángeles, que como tú, hicieron este viaje mucho tiempo atrás, pero que no lo recuerdan ahora. Jugarán contigo, y se pelaran también. ― El Señor trató de no sonreír al ver la cara de susto del ángel ― Pero entonces se perdonaran, porque ustedes jamás podrán estar pelados para toda la vida. Ellos te harán reír, serán tus confidentes en aquél mundo. Y por sobre todas las cosas, te protegerán si tus guardianes te llegasen a faltar.
― ¿Y ellos como se llamaran? ― inquirió la criatura.
― Cada uno se tiene un nombre distinto, pero para ti, ellos serán Hermanos. Y ellos te darán el segundo regalo de tu vida mortal. La amistad absoluta e ilimitada.
Y entonces, aquél dulce ángel llegó la tierra, aun débil por el viaje. Él le había advertido que el éxodo sería difícil, pero que tendría que soportarlo. Y con suave suspiro, el primero que el ángel hizo en su vida terrenal, inundado sus pulmones de vida, y gritó en su lengua “Aquí estoy. He llegado”, y después, el ángel empezó a llorar. Con los años, este momento tan sublime y glorioso sería borrado de su mente pero ahora, ese ángel escuchó a alguien decir.
― Es una niña.
Y de otra parte, no supo de donde, vino la dulce melodía que calmó su corazón, una música que infundió toda la seguridad que el Señor le había tratado de dar.
― Se llamará Emma Anne.
Y entonces Emma supo que había llegado a casa.
Para Emma, qué será siempre el dulce ángel de la amistad.
6 de abril de 2009
Mi amor, qué puedo decir. Me dejaste sin palabras, no sabes la alegría que me das con este post. Hoy tengo el día poético, uno de esos en los que una empieza a pensar en la suerte que tiene de amar tanto y de que le amen tanto, a escribir y leer palabras lindas. Así que desde lejos te abrazo para darte las gracias más sinceras cariño.
ResponderEliminarEsta precioso Nat!
ResponderEliminarMe alegra que te haya gustado cariño! besotes para allá!
ResponderEliminarGracias Fabs! MUAKIS!
Que bonito el texto que le decicaste a Emma!
ResponderEliminarun besoo!
muy lindo naty!!
ResponderEliminarrealmnete estuvo precioso!
beso!
Muchas gracias a todas! en serio!
ResponderEliminarbesotes y gracias por pasarse!